Un pequeño
regalito elaborado por una de las componentes de este blog, esperamos que os guste.
¿Por
qué quiero ser maestra de infantil?
Es una pregunta que me han
hecho varias veces, tanto en el ámbito profesional, como en el ámbito personal,
y no me canso de contestar porque me encanta.
Ser docente es una de las
profesiones más difíciles, no trabajas con cuatro papeles que ni sienten ni
padecen sino que, trabajas con personitas que tienen sus necesidades, sus
intereses, su manera de pensar, sus momentos de histeria, sus sufrimientos, etc.
Creo que sobre todo para ser maestra tienes que tener claro esto. No solo lo tienes que hacer bien con tus
alumnos, sino también con sus familias. Tienes una gran responsabilidad.
Quiero ser maestra de
infantil porque es un trabajo precioso, te estás implicando en la educación de
niños, niños que en el futuro serán lo que serán, gracias en parte a tu
trabajo. Porque si lo haces bien te recordarán durante mucho tiempo, puede ser
que durante toda la vida y eso es precioso. Es un reto que, las palabras de un
alumno sean: he aprendido mucho contigo, o tú me has enseñado…, o que te
recuerden como alguien especial después de diez años. Quiero que mis futuros
alumnos me recuerden de una manera positiva, que siempre haya estado ahí con
ellos, que haya estado atenta a sus preocupaciones, (aunque hayan sido mínimas
para ti, como por ejemplo no poder quitarse la bata, pero para ellos no lo
es.), que haya dado caricias, cariños, en el momento preciso.
Quiero ser maestra de
infantil porque ayudas a los demás, porque enseñas y a la vez cada día aprendes
algo nuevo. Porque al final es tu segunda familia, te implicas tanto que
sientes a cada alumno que tienes a tu cargo parte de tu familia. Lo puedo
expresar porque llevo tres años trabajando de ello, de auxiliar en una escola bressol, y la verdad tienes tus
días mejores y peores pero, con un beso, un abrazo, una palabra de esos niños
se pasa todo de golpe. Además, ¿quién te va a dar un beso, un abrazo, con más
sentimiento y qué sea tan verdadero?, ellos.
Lo más bonito de todo es
querer que sean las ocho de la mañana para ver a tus pequeños, que te digan qué
guapa estás hoy, que te abracen, compartir con ellos el simple hecho de que, ¡
hoy ha llovido!, todo esto, es lo que me hace querer ser maestra de infantil.
Me queda muchísimo por
aprender y me queda mucho camino por hacer, pero ya estoy tanteando el terreno
y creo que estoy aportando cosas, y creo que puedo aportar muchísimas más.
Me encanta sorprender a los
niños con cosas nuevas, ver sus caras con tanta atención, mirándome, todos
atentos, por una simple titella, o
una actividad que te has inventado en aquél momento. La felicidad en esos momentos para ellos es máxima y a nosotros no nos cuesta absolutamente nada.
Puedo aportar ganas de
trabajar, sobre todo eso, muchas ganas de aprender, yo también, cosas nuevas,
no quiero tener cincuenta años y estar cansada de mi trabajo, no quiero llegar
a ser una maestra amargada sin ilusión por mi trabajo.
Me encanta el contacto con
los niños, los abrazos, los besos, arrastrarme por el suelo con ellos, dejarme
la voz, como si hubiese venido de un concierto, cantando canciones con ellos,
tener conversaciones larguísimas del, por qué tengo el pelo tan largo, o soy
más alta. Alegrar la mañana a un niño cuando le dices un, MOLT BÉ!, son cosas únicas que sólo puedes hacer en esta profesión.
¿Por qué quiero ser maestra de infantil?
Porque es el trabajo más
gratificante y bonito que existe, y porque haces sonreír a las personas más
importantes de este mundo.
¿ Os ha hecho reflexionar? ¡Esperamos vuestras respuestas y comentarios!